El mosaico calcáreo que conocemos hoy surge inmediatamente después del cemento portland, que fue inventado en 1.842 en Inglaterra por Joseph Aspdin. Se sospecha que el verdadero orígen, con materiales similares aunque no portland propiamente dicho, se remonta a la Italia renacentista, alrededor del año 1.600. Ellos lo llamaban “banchetto”.
Los primeros talleres que los elaboraban y de los que se tienen registro eran de Cales, Francia y toda la orilla del Ródano, y luego la técnica se fue extendiendo por toda la costa mediterránea de Francia y España. Algunas décadas más tarde, llegarían a nuestro continente como objetos de importación hasta que surgieron fábricas locales debido a la demanda del material y a la dificultad de traerlo por barco.
Durante la fase de diseño de los motivos que iban desde bellísimas figuras geométricas hasta flores y hojas, intervenían arquitectos, dibujantes y los mismos artesanos. Y el proceso de fabricación era exactamente el mismo que en la actualidad, hecho que le otorga la gran calidad que caracteriza a este producto respecto a los mosaicos industrializados.
Componentes del Mosaico Calcáreo
El principal componente es el cemento y los ferrites con los colores que llevará el diseño que irá en la cara noble del mosaico. Dentro de un molde de acero con un fondo perfectamente liso y al cual se le aplica aceite de lino (para poder desmoldar el mosaico fácilmente) se coloca el molde con el dibujo o trepa -de hojalata- y luego se rellenan sus partes con los colores que lleva el mismo y una vez hecho esto se quita la trepa y se rellena la totalidad del molde con una mezcla ligeramente humedecida. Posteriormente, es llevado a una prensa manual y se desmolda para dejarlo fraguar. Y así sucesivamente, pieza por pieza.
Las medidas más populares de estos mosaicos es de 20 x 20 centímetros, con un espesor de 2 centímetros y una capa noble (la superficie del mosaico) con un espesor de 2 a 5 milímetros. Lo que la hace muy duradera en el tiempo.